Por Luis Manuel Arce Isaac
MÉXICO, 10 feb (NNN-PRENSA LATINA) — La cocina tradicional de México es famosa en el mundo por su enorme variedad, sabor y color y porque sintetiza tradiciones naturales de más de 60 etnias descendientes de sociedades mesoamericanas con las adoptadas de otros países.
Tal variedad de comidas no es necesario buscarlas como en otros países en restaurantes especializados, pues en México están a flor de piel, en cada calle, esquina, plaza o parque, debido a que el país está repleto de locales pequeños y grandes, modestos o de lujo, y una cadena de kioscos impresionante en los que se encuentran todo tipo de ofertas y muestras de platos originarios.
México no es un mercado exclusivo para los gourmets de alta mesa aunque estos se pueden dar el lujo de conseguir exclusividades e incluso excentricidades en el menú, y degustar los más extraños productos posiblemente únicos para ellos, pero comunes en el México profundo y ancestral.
De tamales pueden encontrar en apenas unas cuantas cuadras de cualquier ciudad hasta dos mil variedades envueltos en hojas de plátano, de otras plantas o del propio maíz, con sabores absolutamente diferentes, aunque no superan la multiplicidad de sopas y sopones y otros caldos lo mismo para tiempos invernales exageradamente fríos, o el calor sofocante de sus veranos calientes.
Las carnes, rojas o blancas, no se distinguen por el animal del que proceden, sino por la forma de elaboración y los contenidos de la sazón que son miles, la mayoría de ellos con sabores muy particulares y específicos en dependencia de los grupos indígenas o lugares geográficos de donde procedan, ya sea del norte o el sur, del Pacífico o el Golfo, de alguna de sus penínsulas, o del centro de la nación que ya de por sí es un enorme mosaico.
Se dice que el mexicano come a todas horas, pero como tienen un régimen tradicional de hacerlo con horarios inviolables y son casi 120 millones de habitantes, da esa impresión. Tienen un horario largo de desayuno que comienza cuando salen para la calle a las cinco de la mañana y se mezcla con el de merienda a media mañana.
Siendo horario de trabajo, los kioscos y mesas desarmables en las aceras siempre se ven tumultuosas, y sus mostradores colmados de todo tipo de alimentos, aunque en estos expendios populares la base del 90 por ciento de lo que se vende y se come es la famosa tortilla de maíz y la increíble variedad de chiles, algunos con un efecto demoledor para la lengua, que se necesita ser un verdadero dragón para soportarlos.
Los olores son impresionantes, pues se cocinan a la vista, como por ejemplo las quesadillas de tan variados sabores y contenidos que son muy socorridas por el público debido a su bajo precio, o porque para el que tiene apuro y hambre, es un plato de degustación rápida y con más de una se calma la ansiedad que provoca el deseo de comer algo.
Entre todas las ofertas populares, la joya de la corona son, por supuesto, los tacos, que tienen muchísimas ventajas, desde el precio a veces de hasta menos de ocho pesos (unos 40 centavos) hasta la abundante variedad de su contenido, carnes, verduras, vegetales, chiles, hasta la facilidad que da el vendedor de completarla con todas las salsas, mayonesas y montones de cosas más expuestas sobre el mostrador para su libre uso.
Algo parecido sucede con las tortas, quizás un poco más caras, con la diferencia que su base no es la tortilla de maíz sino el pan, ya sea bolillo o redondo, en algunos lugares tan grandes y repletas de bistec cortados en tiras, ajíes, pollo, frijoles o lo que sea, que es humanamente imposible dar un mordisco que abarque desde arriba hasta abajo a la montaña de adiciones que las adornan.
A la hora de la comida (almuerzo) que empieza alrededor de las dos de la tarde, la preferencia se la lleva lo que ellos denominan ‘comida corrida’, un compendio enciclopédico de todo lo que se puede engullir de una sentada.
¿De dónde sale tanta comida? ¿Cómo es posible que se pueda abastecer cada días de cientos de miles de toneladas de productos alimentarios tan diferentes a una cadena interminable de expendios en todo el país?
Teóricamente de una agricultura poderosa como es la de México que compite con otros graneros de América como Argentina, Brasil y Estados Unidos.
Pero esa no es la realidad. A pesar de todo ese descomunal consumo, de esa superabundancia en las calles observadas a simple vista, el agro mexicano no está en condiciones de abastecer ese exigente mercado y hay que recurrir a la importación, incluso del maíz y los frijoles, base de la alimentación popular.
Esa es una de las razones, entre otras muchas, que justifican el plan que acaba de anunciar el presidente Andrés Manuel López Obrador con la entrega simbólica de apoyos para más de un millón de productores, que representan recursos por cinco mil 400 millones de pesos, que ponen en marcha uno de sus programas sociales más ambiciosos.
Se trata del denominado Producción para el Bienestar, cuyo objetivo es alcanzar la autosuficiencia alimentaria en productos básicos, como tarea clave de la Cuarta Transformación de México.
Los objetivos de este programa, orientado a 2,8 millones de productores de ramas básicas de la producción (maíz, frijol, trigo y arroz, fundamentalmente), son producir los alimentos que abastezcan de forma suficiente a la población nacional, con la prioridad, por justicia social, de que quienes producen coman saludablemente y vivan bien.
La idea del gobierno es convertir a México en el país mejor alimentado del mundo. Recursos y potencialidad para lograrlo, lo tienen en sus vastos y fértiles campos.
— NNN-PRENSA LATINA
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