Mujeres colombianas se unen para derrotar el machismo y apoyar la paz

NACIONES UNIDAS, 26 de noviembre (NNN-UNIS) — La falta de acceso de las mujeres a muchos servicios básicos, al igual que la cultura machista predominante en su entorno, hizo a Inés Roncancio consciente de la necesidad de luchar por la igualdad de la mujer en la sociedad. Las mujeres somos independientes y podemos tomar decisiones, subraya esta adolescente de 17 años decidida a combatir la violencia de género y a construir paz en Colombia.

Inés Roncancio (3ª de izq. A der.) trabaja con otras jóvenes estudiantes durante un taller de YO PUEDO, una escuela de formación política respaldada por ONU Mujeres, en Vista Hermosa, Colombia. (Foto: ONU Mujeres)

Inés María Roncancio Munar es una joven entusiasta, llena de energía, que quiere ayudar a combatir la violencia de género, a empoderar a la mujer y a construir paz en su país, Colombia.

Inés vive en una vereda o poblado del municipio de Vista Hermosa, en el departamento del Meta. A sus 17 años está por terminar el bachillerato y piensa estudiar medicina, una inquietud surgida al observar los múltiples problemas de salud que tiene su mamá debido a no haber contado con los cuidados adecuados durante sus embarazos.

La falta de acceso de las mujeres a muchos servicios básicos, al igual que la cultura machista predominante en su entorno, hizo a Inés consciente de la necesidad de luchar por la igualdad de la mujer en la sociedad.

“Hay machismo en Colombia. En mi comunidad hay muchos hombres que a sus mujeres no las dejan salir, la mujeres no pueden opinar, no pueden porque son mujeres y los que mandan en la casa son ellos”, dice.

La joven cita el abuso que ha observado en una pareja que vive cerca de su vereda, donde ella no puede salir ni opinar.

“Él hace y deshace con la vida de él lo que quiere y con la vida de la señora también. Le pega, la insulta, le dice es que no puede vivir sin él, que sin él no es nada. Es muy triste ver a ese señor haciendo eso sin poder explicarle a ella que ella sí es capaz”, lamenta.

Inés cree que para combatir ese machismo hay que comenzar por enseñar a las mujeres.

“Porque las mujeres deben decir ¡No! No me maltrates, no me humilles. ¡No! Si iniciamos con ellas, ellas van a aprender a valorarse y, poco a poco, el hombre va a entender que ella ya no es un objeto del que puede disponer cuando quiera. ¡No! Ella es una persona independiente que decide por ella misma, que tiene la valentía y la seguridad de decir ´yo puedo, yo soy esto. Usted me maltrata, usted me pega. ¡No más!´”, apunta enfática.

Hace un año, Inés se acercó a la escuela de capacitación política “YO PUEDO”, que forma parte del Proyecto Modelo Territorial para la No Repetición auspiciado por ONU Mujeres y la Oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos. Inés completó la formación que ahí se ofrece y se graduó en septiembre.

Su experiencia fue a todas luces positiva y le emociona recordar cómo fueron avanzando sus compañeras y ella a lo largo del curso.

Si iniciamos con ellas, aprenderán a valorarse y el hombre va a entender que ella ya no es un objeto del que puede disponer cuando quiera.

“Poco a poco, con cada enseñanza, con cada charla, con cada llanto, con cada cosa que compartimos, pudimos superar entre todas cada obstáculo que teníamos.”

Además de superar obstáculos Inés ha ganado confianza en sí misma. “En YO PUEDO he aprendido a valorarme como mujer. A ver que soy capaz de hacer muchas cosas que nunca pensé.”

“Es una escuela que nos enseña a valorarnos como mujeres y no solamente eso: es una escuela de formación política. Nos enseñan política, nos enseñan liderazgo, defensa del territorio, autonomía de la mujer, proceso del sistema integral…todos esos temas nos enseñaron en la escuela YO PUEDO”, explica.

Inés agrega que todas las mujeres pueden ir a esa escuela sin importar su edad o escolaridad.

“Para ser parte de YO PUEDO lo único que hace falta es tener ganas de cambiar, de querer ayudar a acabar con el maltrato a la mujer. Lo que queremos principalmente es que cada mujer que llegue ahí se fortalezca y se vuelva independiente, se vuelva valiente. Eso es lo que queremos en YO PUEDO.”

Al igual que sus compañeras de clases, Inés sigue participando en la escuela aunque ya haya terminado el programa. Su intención es compartir con otras jóvenes y mujeres de todas las edades lo que ha aprendido.

“Quiero ayudar, quiero compartir mis experiencias. Decirles: podemos, todas podemos, si yo pude significa que ustedes también pueden. Yo las voy a ayudar, yo voy a colaborar, yo las puedo guiar”, puntualiza Inés.

Entre las experiencias que relata, está la de haber sido minimizada por algunas personas mayores, que consideraban que no sabía o que sus opiniones carecían de valor. Eso cambió a medida que avanzó su formación en YO PUEDO.

“Para mí es muy satisfactorio que con todo lo que me enseñaron en la escuela y lo que he puesto en práctica, las personas que me minimizaban me miren y me digan `estamos orgullosos de usted porque nos enseñó a cambiar y a mejorar. Pensábamos que éramos los únicos que sabíamos, pero nos dimos cuenta de que ustedes, los jóvenes, también saben, también pueden hacer, mucho más que nosotros´”, recalca.

Inés sabe de la fuerza que tienen las jóvenes como ella y está convencida de que su papel será vital para la implementación del Acuerdo de Paz en Colombia.

Cuenta que en su vereda se vivió el conflicto armado y había presencia de las FARC, pero ni ella ni su familia fueron víctimas directas. No hubo muertos ni desaparecidos entre ellos. Sin embargo, “eso no significa que no quiera ayudar a quienes fueron víctimas”, se apresura a aclarar.

“Eso no significa que no quiera un cambio. Eso no significa que no quiera ser una constructora de paz. Al contrario, eso quiere decir que con más ganas voy a ayudar a las personas que sufrieron y que aún sufren por la pérdida de familiares que murieron o desaparecieron durante el conflicto armado”, afirma Inés, quien se autodefine como una joven que ayudará a impulsar el proceso de paz.

Hace 20 años, antes de que Inés naciera, la Asamblea General de la ONU adoptó una resolución en la que designó el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer con el objetivo de sensibilizar a la sociedad sobre este flagelo y de impulsar medidas para ponerle fin.

No obstante las dos décadas transcurridas y los avances logrados desde entonces, jóvenes como Inés siguen observando o sufriendo ese lastre.

Hasta la fecha, sólo dos de cada tres países han prohibido la violencia doméstica, mientras que en 37 Estados todavía no se juzga a los violadores si están casados o si se casan posteriormente con la víctima. Además, en otros 49 Estados no existe aún una legislación que proteja a las mujeres de la violencia doméstica.

Para amplificar su llamado a acabar con la violencia contra las mujeres, el Día Internacional marca el principio de la campaña anual 16 Días de Activismo contra la Violencia de Género, que termina el 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos.
— NNN-UNIS

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