NACIONES UNIDAS, 31 de enero (NNN-UNIS) — Los casos nuevos confirmados se redujeron 91% en 2019 en comparación con 2018. Ahora, el principal desafío es garantizar el abastecimiento de vacunas y otros insumos, y mantener las coberturas de vacunación por encima del 95% en todo el país, algo fundamental para disminuir el riesgo de nuevos casos y prevenir brotes.
El brote de sarampión en Venezuela está bajo control tras las medidas acciones desarrolladas por el país junto con la Organización Panamericana de la Salud , que incluyeron una campaña de vacunación que alcanzó a casi nueve millones de niños de 6 meses a 15 años en todo el país.
Desde que comenzó el brote en julio de 2017 hasta 2019, el país notificó 7054 casos confirmados y 84 fallecimientos. En 2018, hubo 5779 casos confirmados y 75 muertes, mientras que en 2019 se reportaron 548 casos confirmados, 91% menos que el año anterior, y tres fallecimientos. Poco más del 62% de todos los casos fueron niños menores de 5 años.
El resurgimiento del sarampión a nivel global desde 2018 ha provocado un incremento de importaciones de este virus en las Américas.
En el marco de la difícil situación sociopolítica y económica que atraviesa el país, los expertos de la Organización expresaron su optimismo por haber conseguido controlar el brote, pero destacaron la necesidad de seguir fortaleciendo el programa regular de inmunizaciones de Venezuela para mantener las coberturas de vacunación por encima del 95% en todo el territorio y un buen sistema de vigilancia epidemiológica, la forma más efectiva de prevenir la reintroducción del virus.
El plan de respuesta para controlar el brote incluyó la participación activa de todos los niveles del sistema de salud de Venezuela, la movilización de entre 19.000 y 31.000 vacunadores al mes en todos los estados el país, el despliegue de más de 50 expertos internacionales y nacionales de la Organización Panamericana de la Salud, la reproducción de material educativo para la población acerca de los síntomas del sarampión, la adquisición de reactivos de laboratorio, el alquiler de 60 vehículos y lanchas para movilizar a las brigadas de vacunadores durante todo el año, y la compra de vacunas contra el sarampión y otros insumos.
La estrategia se enfocó en una campaña de vacunación nacional de puesta al día, es decir, que incluyó a los niños desde los 6 meses hasta los 15 años que podrían no estar vacunados o tener incompleto el esquema. La campaña, que se llevó a cabo desde abril de 2018 a julio de 2019, logró vacunar a más de 8,8 millones de niños, según datos del Ministerio de Salud, verificados por la OPS.
Asimismo, la Organización brindó formación para la respuesta rápida al sarampión en todo el país y suministró guías para favorecer la detección y el control temprano de casos sospechosos.
Junto con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, la Organizaicón apoyó al Ministerio del Poder Popular para la Salud de Venezuela para asegurar el funcionamiento de las cámaras frías de refrigeración de vacunas en los 24 estados del país, con el fin de asegurar su conservación adecuada frente a las interrupciones frecuentes del suministro eléctrico. Asimismo, capacitó a los equipos responsables del manejo de la cadena de frio.
A través del Fondo Rotatorio de la OPS, Venezuela adquirió más de 13 millones de dosis de vacunas contra el sarampión y la rubeola, así como también jeringas y otros insumos necesarios para la campaña de vacunación. Asimismo, el Fondo facilitó la distribución de las vacunas y jeringas en el país*.
Ahora, el principal desafío en Venezuela es garantizar el abastecimiento de vacunas y otros insumos, y mantener las coberturas de vacunación por encima del 95% en todo el país, algo fundamental para disminuir el riesgo de nuevos casos y prevenir brotes. Asimismo, es clave mantener una vigilancia epidemiológica de alta calidad y equipos de respuesta rápida para enfrentar cualquier caso nuevo que se importe de otros países o regiones del mundo.
El sarampión resurgió en las Américas en 2017 luego de que la región fue declarada libre del virus en 2016. Debido a que el virus seguía circulando en otras regiones del mundo, el riesgo de importación y reintroducción era permanente.
El resurgimiento del sarampión a nivel global desde 2018 ha provocado un incremento de importaciones de este virus en las Américas, lo cual pone en alto riesgo la sostenibilidad de la eliminación del sarampión a nivel regional y global. En 2018, la Organización Mundial de la Salud reportó un total de 229.068 casos mientras que para el 2019 se reportaron 429.650 casos.
En América, el total de casos reportados en 2018 fue de 16.822 con 91 muertes, mientras que en 2019 el último dato indicaba 19.530 casos y 15 muertes.
Los viajes y el movimiento de personas han contribuido a llevar el sarampión a otros países, donde el virus infectó a personas susceptibles y comenzó a propagarse nuevamente. Los casos notificados en otros seis países de la región tras el brote venezolano están asociados con ese brote, razón por la cual, controlarlo e interrumpirlo era clave para proteger al resto de los países de la región.
Otras preocupaciones de salud pública en Venezuela son el brote de difteria, el aumento de los casos de tuberculosis, la malaria, la mortalidad materna y de menores de 1 año, la salud mental y la prevención de la violencia. También, la capacidad disminuida del sistema de salud para responder a las necesidades prioritarias de la población, el acceso limitado a medicamentos, a una nutrición adecuada y a servicios adecuados para las personas con enfermedades agudas y crónicas que pueden ser mortales, como el VIH.
Desde 2016, la Organización Panamericana de la Salud ha intensificado su cooperación técnica con el Ministerio de Salud, asociados internacionales y organizaciones no gubernamentales locales a fin de reforzar la gestión del sistema de salud, mejorar la prevención y el control de enfermedades transmisibles y no transmisibles, reducir la mortalidad materna y neonatal, mejorar el manejo de emergencias y adquirir medicamentos, vacunas, reactivos de laboratorio y otros suministros para los programas de salud. La Organización también aumentó sus actividades de cooperación técnica en los países vecinos.
Las contribuciones financieras de socios como la Iniciativa de Lucha contra el Sarampión y la Rubéola (cuyos socios son la Organización Mundial de la Salud, Unicef, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, la Cruz Roja Americana y la Fundación de las Naciones Unidas), Canadá, España, Estados Unidos, Japón, Nueva Zelandia, Suiza, la Unión Europea, Naciones Unidas, el Fondo Mundial, el Fondo para Contingencias relacionadas con Emergencias de la Organización Mundial de la Salud, el Grupo de Trabajo para la Salud Mundial, y Vaccine Ambassadors también fueron clave para controlar la propagación del virus.
— NNN-UNIS