PRETORIA, 2 de septiembre (NNN-PRENSA LATINA) — En el pueblo pesquero de Paternoster, en la costa oeste de Sudáfrica, existe un restaurante llamado Wolfgat que mantiene las características que le permitieron convertirse este año en uno de los 100 más famosos del mundo.
Con apenas 20 capacidades y dirigido por el chef Kobus van der Merwe, Wolfgat radica en una pequeña casa edificada hace 130 años a orillas del mar en ese antiguo poblado de mil 800 habitantes ubicado a 145 kilómetros de Ciudad del Cabo.
Considerado una joya en esa tranquila zona sudafricana, el restaurante se alza sobre la cueva Wolfgat, el nombre que lo identifica, un lugar de gran significado arqueológico y geológico.
La creación del establecimiento surgió cuando este afamado chef decidió en 2010 asentarse en Paternoster para ayudar a sus padres retirados en una pequeña tienda que vendía mermeladas caseras, pan, galletas y dulces preparados con recetas casi olvidados, entre otros productos.
Con la intención de ampliar sus ofertas, van der Merwe decidió añadir a las propuestas de esa tienda pueblerina platillos que contenían solo productos locales de temporada y consideraban el legado del veld, una palabra afrikáner que identifica las praderas sudafricanas, incluyendo las de playa.
A esa zona acude diariamente este joven y premiado chef en busca de los ingredientes que presentará a los comensales, a un precio promedio per cápita de unos 50 dólares, que varían cada jornada en dependencia de sus hallazgos y que incluyen alimentos recién descubiertos o ignorados por generaciones.
Escogido entre los 100 más famosos del mundo a principios de año en los premios mundiales de culinaria en París, especialistas en estos temas del buen comer recomiendan abandonar ideas preconcebidas antes de probar los platos de van der Merwe porque podrá explorar nuevos sabores y texturas, nada antes visto u oído.
Entre las propuestas que se pueden encontrar en Wolfgat los expertos recomiendan los mejillones con coliflor y apio, y el pez ángel ahumado con slangbessie (el espino blanco de un arbusto originario de la provincia sudafricana de Cabo Occidental), hojas de soutslaai (una planta anual autóctona del sur de África que ofrece acidez al plato) y flores silvestres, todas parte de la vegetación de playa.
A estas variedades se incorporan el pan de algas con mantequilla preparada con el sabor del salmonete salado y secado al sol, que califican de excelente para comenzar una degustación de lujo, con un servicio de primera de apenas cinco personas, incluyendo al chef que presenta a sus clientes cada uno de los platos.
En los postres se utilizan mieles de las llanuras para aderezar platos de harina silvestre, mientras las bebidas incluyen gran variedad de los vinos que hacen famosa la región meridional sudafricana y cervezas artesanales, por lo que se recomienda a los comensales destinar un chofer abstemio para el retorno.
— NNN-PRENSA LATINA
Por Ilsa Rodríguez