El número de muertos por el sismo en Myanmar pasa de 1.600

NAIPYIDÓ, 30 mar (NNN-CUBADEBATE) — El violento sismo de magnitud 7.7 que estremeció el viernes el centro de Myanmar, extendiendo su furia a países vecinos como Tailandia, India y el suroeste de China, desencadenó una catástrofe de proporciones aún incalculables, con edificios reducidos a escombros y miles de víctimas.

En Myanmar, las autoridades confirmaron al menos 1 644 fallecidos y más de 3 000 heridos, aunque se anticipa que estas cifras podrían aumentar a medida que avanzan las labores de rescate.

El epicentro se localizó a solo 16 kilómetros al norte de la ciudad de Sagaing, cerca de Mandalay, la segunda urbe más importante del país, según datos del Servicio Geológico de Estados Unidos. Cuatro réplicas, con magnitudes entre 4.5 y 6.6, agravaron el pánico entre la población, obligando a muchos a dormir a la intemperie por temor a nuevos colapsos.

Las autoridades declararon el estado de emergencia en la capital, Naipyidó, y en cinco regiones más. Fuentes de rescate en Mandalay describieron daños “enormes” y un número de víctimas que “se cuenta por centenares”.

Entre los símbolos históricos afectados figuran el palacio real del siglo XIX y la milenaria pagoda Shwe Sar Yan, mientras que un puente cercano a Mandalay cedió por completo.

Aunque el epicentro se situó en Myanmar, el terremoto se sintió con fuerza en Bangkok, a más de mil kilómetros de distancia. La capital tailandesa vivió escenas de caos: rascacielos oscilando, piscinas en plantas altas desbordándose y, sobre todo, el derrumbe de un edificio en construcción de 23 pisos que sepultó a decenas de obreros. Las autoridades confirmaron siete muertos, 68 heridos y al menos 81 desaparecidos bajo los escombros.

Testigos relataron momentos de terror. Adisorn Kamphasorn, un joven de 18 años, trabajaba en el sexto piso cuando vio tambalearse una grúa. “Salí corriendo. En un minuto todo se derrumbó”, contó. Otro obrero, Nukul Khemutha, describió cómo los pisos superiores se hundían ante sus ojos mientras corría para salvarse. Mientras, equipos de rescate trabajaban contra reloj entre vigas retorcidas y montañas de hormigón, aunque las esperanzas de hallar supervivientes menguaban con las horas.

Ante la magnitud del desastre, India despachó un primer cargamento de 15 toneladas con tiendas, medicamentos y generadores, junto a equipos de rescate. China, por su parte, destinó 14 millones de dólares en ayuda y envió especialistas desde Yunnan, provincia fronteriza con Myanmar. La Cruz Roja China aportó suministros básicos para 2 000 familias.

Mientras tanto, en las calles de Mandalay y Bangkok, el miedo persiste entre las réplicas y la incertidumbre. Como resumió Tom Beeston, un británico en Bangkok: “Es una de esas cosas que nunca crees que te pasará”. Pero pasó, y su huella tardará años en borrarse.
— NNN-CUBADEBATE

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