NACIONES UNIDAS, 19 mar (NNN-TELESUR) — La representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), en los asentamientos de refugiados de Cox’s Bazar, en Bangladesh, Rana Flowers, precisó que este se trata del peor nivel de desnutrición registrado desde el desplazamiento masivo que se produjo en 2017, casi ocho años después de que cientos de miles de personas de etnia rohinyá huyeran de los ataques militares generalizados en Myanmar.

Flowers precisó que las admisiones por desnutrición aguda grave aumentaron más del 27%, en comparación con febrero de 2024, con más de 38 niños menores de cinco años ingresados para recibir atención de emergencia cada día. La funcionaria advirtió además que sin financiación inmediata, las raciones de alimentos podrían reducirse pronto a menos de la mitad, llegando a ubicarse muy por debajo de las necesidades nutricionales básicas de estos refugiados: “A menos que se consigan recursos adicionales, sólo la mitad de los niños que lo necesitan tendrán acceso a tratamiento este año, y eso dejará a unos 7000 niños en situación de riesgo, con la expectativa de un aumento de la morbilidad y la mortalidad”, indicó.
Esta situación se ha visto agravada por los recortes de ayuda humanitaria por parte de Estados Unidos y países de Europa a Bangladesh, donde se encuentran miles de refugiados rohinyás, financiamiento que según Flowers, representan aproximadamente una cuarta parte de los costos de respuesta de UNICEF a los refugiados rohinyás.
El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, calificó estos recortes como «un crimen» durante su reciente visita a Bangladesh. En un llamado urgente a la comunidad internacional, Guterres enfatizó: «No podemos aceptar que el mundo olvide a los rohinyás. Es nuestra responsabilidad colectiva garantizar su supervivencia y dignidad».
Asimismo, denunció que la falta de apoyo no solo amenaza la estabilidad en Bangladesh, sino que también podría desencadenar una crisis regional con consecuencias impredecibles, ya que la precariedad en los campamentos aumenta el riesgo de brotes epidémicos y violencia, mientras que la falta de educación y oportunidades para los jóvenes crea un terreno fértil para el extremismo y el descontento social.
Myanmar se encuentra sumido en una de las peores crisis de derechos humanos del mundo en medio de una campaña militar para aterrorizar a la población mediante actos de extrema brutalidad.
— NNN-TELESUR