BRASILIA, 15 jul (NNN-TELESUR) — Un estudio satelital realizado por Greenpeace Brasil publicado el lunes reveló que la minería devastó un total de 417 hectáreas en las Tierras Indígenas Kayapó, Munduruku y Yanomami entre enero y junio de este año.
Las cifras son el equivalente a unos 584 campos de fútbol y según la organización, pone de manifiesto que, a pesar de los esfuerzos realizados por el Gobierno de Lula para frenar la actividad, aún queda mucho por hacer.
De acuerdo al portavoz del Frente de Pueblos Indígenas de Greenpeace, Jorge Eduardo Dantas, «uno de los grandes llamamientos de los pueblos indígenas es la desintrusión de sus territorios, es decir, la expulsión total de los prospectores de sus tierras.
Esto ya se ha hecho en la Tierra Yanomami en 2023, pero los Kayapó y los Munduruku siguen esperando para saber cuándo ocurrirá».
En ese mismo sentido apuntó que «la minería destruye los ecosistemas, desestabiliza a las poblaciones tradicionales y amenaza nuestra capacidad para combatir la crisis climática».
«Por eso la expulsión de los mineros ilegales y la defensa de los territorios indígenas tienen que estar en la agenda de todos nosotros», añadió.
Asimismo, el estudio señala que las tasas de deforestación en los territorios han disminuido significativamente en comparación con años anteriores, pero advierte de que los buscadores han estado abriendo nuevas zonas alrededor de regiones ya exploradas para dificultar su detección mediante imágenes por satélite.
La tierra de Kayapó fue la más afectada en el primer semestre de este año, al perder 227 hectáreas por la actividad ilegal. Sin embargo, en comparación con el mismo periodo de 2023, se produjo un descenso del 60 por ciento en la apertura de nuevas zonas en la región, según la organización ecologista.
La tierra Yanomami, a su vez, perdió 169,6 hectáreas en los primeros seis meses del año – en comparación con las alertas captadas en el primer semestre de 2023, hubo una reducción del 6 por ciento.
Al analizar las imágenes de satélite, los investigadores también identificaron una migración de la minería hacia la región sur del territorio yanomami, en la zona más próxima a la Amazonia.
La Tierra Indígena Munduruku, por su parte, registró 20,2 hectáreas abiertas por los mineros en el primer semestre de este año.
En ese mismo sentido, Greenpeace también llama la atención sobre el avance de la actividad cerca de otras áreas protegidas, como el Parque Nacional Pico da Neblina y el Parque Nacional Campos Amazônicos. Las Tierras Indígenas Apurinã, Sete de Setembro y Zoró también están amenazadas por nuevos focos de garimpo.
— NNN-TELESUR